Se conoce como intoxicación alimentaria a las enfermedades provocadas por la ingesta de alimentos contaminados.
Liliana Jiménez, gastroenteróloga de CEDIMAT, cita que las infecciones diarreicas, que son las más comúnmente asociadas al consumo de alimentos contaminados, hacen enfermar unos 550 millones de personas y provocan 230 mil muertes al año, según cifras oficiales.

Señala que las comidas poco saludables, preparadas con pobres medidas de higienes son causas de intoxicaciones alimentarias.
Jiménez explica que los principales alimentos implicados en las intoxicaciones por salmonela, son: agua, hielo, crustáceos, mariscos y moluscos, así como las comidas de bufé.
Sobre los parásitos causantes de diarreas más comunes cita: la Entamoeba histolytica (un tipo de ameba), Giardia, salmonela, entre otros; estos se introducen en los alimentos a través del agua o el suelo y pueden contaminar los productos frescos (sobre todo crudos).
Entre las consecuencias de las intoxicaciones alimentarias y las diarreas infecciosas, una de las más importantes es el riesgo de deshidratación y el desequilibrio en algunos elementos como el sodio o el potasio.
Es importante ante signos de evacuaciones líquidas frecuentes, vómitos, fiebre, iniciar reponiendo líquidos al menor tiempo posible y si persisten estos síntomas buscar ayuda médica temprana.
La gastroenteróloga destaca que la clave para evitar las enfermedades de transmisión alimentaria es la prevención, que empieza por alejarse de la contaminación y la propagación de los microorganismos dañinos.
Es importante evitar la preparación de las comidas con mucha antelación, deben conservarse los alimentos en la nevera y evitar la contaminación cruzada entre productos.
Al hablar sobre cómo prevenir una posible intoxicación alimentaria, la doctora dice que es necesario el adecuado lavado de manos al salir del baño, al levantarse de la cama en la mañana, antes de preparar los alimentos y de comer. Preferiblemente la higiene de las manos debe hacerse con agua y jabón durante 30-60 segundos.
Explica que se tiene que procurar la adecuada manipulación de las preparaciones en los establecimientos de comidas y en el hogar, evitando mezclar alimentos crudos y cocidos, por ejemplo, en la misma tabla de picar.
Otra de las recomendaciones de la especialista, es la de secar los utensilios de la cocina con una toalla distinta a la que se utiliza para secarse las manos. Asimismo, conservar los alimentos a temperaturas seguras y bien tapados.
Al lavar las frutas o vegetales, clorar el agua con cinco gotas por galón o hervirla al menos durante 10 minutos. También, es importante que a la hora de cocinar algunos alimentos llevarlos a un punto de cocción suficiente, ya que ciertos parásitos y bacterias son sensibles a las altas temperaturas.
En otro contexto, comidas muy cargadas de grasas y excesivamente condimentadas (con grandes cantidades de sal, azúcares, sazones artificiales y exceso de pimienta) pueden generar un círculo vicioso de enfermedades que afectan, no solo a poblaciones vulnerables como los niños pequeños y ancianos, sino a personas que padecen enfermedades intestinales crónicas previas como enfermedades de Crohn, colitis ulcerosa, antecedentes de problemas del páncreas, del hígado y otros condiciones que afectan la salud, como la diabetes.
“Una parte importante de las enfermedades de origen alimentario se deben a una mala práctica higiénica por pocos cuidados en la casa, ya que la cocina es un buen refugio para las bacterias”, concluye Jiménez.
Deja una respuesta