Durante el embarazo es común que se quiera seguir de cerca el desarrollo del bebé mediante ultrasonidos. Llevar un registro de su estado de salud en general, conocer sus facciones…
María Isabel Rodríguez Braga, Radióloga, encargada de Medicina Fetal de CEDIMAT, dice que actualmente los criterios de la Federación Mundial de Ginecología y Obstetricia (FIGO) y la Organización Mundial de Medicina Perinatal (WAMP), establecen que todo embarazo debe ser vigilado al menos con cuatro estudios de segunda generación, a menos que existan condiciones que alteran su evolución normal, en este caso se realizarían más.
Destaca que estas evaluaciones deben ser realizadas por personal calificado de medicina materno fetal.
- Ecografía Precoz (5-10 semanas de embarazo): La doctora explica que el primer ultrasonido puede realizarse a partir de la quinta semana, cuando ya es posible visualizar el saco gestacional, primera estructura identificable de un embarazo, ya que existen embarazos anembrionados, es decir, sin embrión dentro y por ende no progresivos.
- Sonografía genética (11 y 14 semanas): Rodríguez explica que este tipo de ultrasonido es un esquema estandarizado para la evaluación sistemática del bebé. Su principal objetivo es detectar pequeños marcadores que pueden sugerir, precozmente, la presencia de anomalías cromosómicas, físicas y algunos síndromes genéticos.
- Sonografía morfológica fetal (18 a 24 semanas): La especialista explica que este es el momento ideal para realizar la ecografía estructural que permitirá valorar toda la anatomía del bebé. Se realiza un examen detallado de toda su morfología, órgano por órgano, que ofrece la posibilidad de diagnosticar anomalías en su desarrollo, por lo tanto, en esta ecografía se pueden diagnosticar gran parte de malformaciones que pueda presentar.
- Ultrasonido perfil biofísico (30 semanas): El perfil biofísico del feto es el resultado de una combinación de marcadores a los cuales se le otorgan puntuaciones de 0 o 2 a cada uno para un total de 10, mediante los cuales se analizan los movimientos fetales, la respiración, la reactividad cardíaca, el tono muscular o el movimiento, entre otros.
Con todos los datos obtenidos se configura el perfil biofísico fetal y si da bajo indica que hay que preocuparse porque algo no va bien y quizás hay que inducir el parto o realizar una cesárea”, advierte Rodríguez.
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